domingo, 11 de septiembre de 2011

Nunca se sabe que lado del río de fuego se alimenta con cada sonrisa, con cada sueño, o con cada bofetada. La bestia en nosotros (o que somos nosotros) es indecisa y en todos –porque este río tiene muchos lados– mora a ratos; en todos exhala un poco de su espíritu. Cada palabra que decimos la invita a cambiar de lugar. El fuego nunca la consume a ella. Nos consume a nosotros. La bestia, en todas las etapas del fuego del río, acaba[rá] adueñándose de nuestra identidad.

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